Valentains dei

Como preámbulo al post de San Valentín, es necesario que cada uno de los visitantes de este espacio primero vean esta espectacular animación:

CUPID'S LAST STAND

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Espero que aquellos que crean fielmente en el día de san valentín no se hayan sentido profundamente aludidos con esta introducción, en esta ocasión me he propuesto deconstruir a cupido, debo admitir que no soy alguien que crea mucho en el día de San Valentín, quizá porque en mis veinte años no recuerdo alguna historia feliz, dulce y romántica que contar en memoria de esta fecha, tampoco recuerdo algún evento memorable cuyo aniversario se cumpla en esta fecha, al contrario, la miríada de información audiovisual llena de corazoncitos y de bebés alados y armados (¿Sólo a mi me parece poco poético?) me huele a un ardid que busca regalarnos un placebo y hacernos sentir más humanos, dentro de una humanidad no existente.

Imaginen esta escena: Yo, un tipo de cabeza afeitada, vestido de negro, con accesorios de cuero y un dragón alrededor de su cuello, frente a una feliz pareja de colegiales que se besan incasablemente en una esquina. Recuerdo alguna vez haber arrojado un pedazo de potasio a un vaso de precipitación con agua, ¿El resultado? Fuego, un sonido estridente, una pequeña explosión y de resultado, un ácido de gran poder destructivo. Las parejas felices en san valentín me son un kilo de potasio, arrojado a mi cuerpo lleno de agua, el gasto de san valentín en chocolates (que a la final, fuera de los segundos de endorfinas sólo nos regalan kilos de grasa abdominal) y flores (que a la final, estando fuera de la planta que las permite nacer no están creando oxígeno para nuestro ya débil planeta) me parece una aberración y el airecito ese de "Seré feliz hoy porque capaz que cupido me fleche" me parece incoherente. Pues, en conclusión, el día del amor me da náusea, punto, náusea virulenta.

Pero, debo recordar que éste es un día (Quizá tal conjetura la alcanzó alguien, que, como yo, le contaba sus penas y desastres genito-afectivos a sus amigos) también en honor a la amistad. Pero, a diferencia de los cumpleaños, pocas veces llevamos la cuenta de cuándo nace o muere una amistad, prefiero llevar una vida en la que todos los días le hago honor al "ignorant bliss" de nunca saber cuándo empecé a adorar a mis amigos con esa vehemencia, todos los días, para mi, son dignos de valorar a quienes quiero, y a quienes me quieren, en fin, quizá viva en un día de la amistad permanente, es por tanto talvez, que cada día, me esmero en recordar a mis amigos, que el cariño que les tengo, va más allá de toda comprensión humana. Si es que sirve para el momento.

¡AMIGOS LOS QUIERO!

Con todo mi cuerpo, alma y mente... los quiero, los quiero, los quiero...

Y con respecto a lo otro... Vayan múchense a otro lado.